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miércoles, 29 de junio de 2016

#Microcuentos del 15 al 30 de junio de 2016


La obsesión por alcanzar la siguiente puerta, nos priva de la felicidad que se encuentra en las salas intermedias.

Creyó oír a la locomotora
sobre los raíles abandonados del tren.
Como si el pasado volviera dispuesto a llevarse todo a su paso.

Nunca nos acostumbramos
a no poder alzar el vuelo
llegábamos a lo alto del árbol
y empezaba a arreciar una tormenta de fuego.

Algunos caminos nos llevan por desiertos de arena y cuanto más intentamos movernos, más movedizas se vuelven nuestras huellas.

Si tu mundo se derrumba
no huyas al mío
hazme un sitio
y reconstruiremos uno nuevo
desde las cenizas.

El pozo seguía almacenando monedas
pese a no tener ya agua
pero no podía ver más allá de la oscuridad
que creía que le inundaba.

La colonia descendía lentamente cargando con momentos de su vida, que no tendría que volver a recordar, al no olerla nunca más.

Algunas grietas muestran
lo que dejamos descuidado
y otras solo quieren separar
lo que fue,
pero que ya no debe seguir conectado.

Pocas canciones nos marcan más
que las que nuestros padres nos ponían
en aquellos eternos viajes de carretera.

Hace tiempo que no marco
ni principios ni finales,
solo vivo un ahora
y una nostalgia que me entretiene
cuando no lo hacen los bares.

Al recordar lo cerca que estábamos de cierta persona y la distancia abismal a la que estamos ahora.
Surge el vértigo.

Volvían de visita sus sospechosos habituales:
El optimismo al acostarse,
el cinismo al despertar.
...
Y otro día que se iba.

El tiempo debía seguir de vacaciones
porque hacía ya demasiado que no curaba.

Con la historia,
ocurrió como con las cerillas:
Millones tuvieron que perder la cabeza para poder arrojar un poco de luz.

El escritor de tiza y tejado no temía la lluvia.
Era necesaria.
Para hacer borrón y cuenta nueva
cuando el momento llegara.

miércoles, 15 de junio de 2016

#Microcuentos del 1 al 15 de junio de 2016


Saltaban girando en olas
impulsados por el viento
de tronco a tronco
como si la misma monotonía
les anduviera persiguiendo.

Tras encontrar todas sus debilidades, 
comenzó a fortalecer sus virtudes contrapuestas.
Como caer y levantarse.

De noche esperó a que estuviera dormido y con una bolsa de plástico asfixió el sentimiento hasta dejarlo totalmente ahogado.

Existe un lugar en el que están todos los reencuentros que nunca tuvieron lugar.
Allí te espero.
Donde la muerte no pueda llegar.

Se fue cayendo
porque llevábamos prisa
por llegar no se muy bien a dónde,
pero corríamos
y la ilusión se quedo por el camino.

El calor nos pilló
sudando el frío invierno.
Las ganas hibernadas
se despertaron como un trueno
hacia nuestro verano perfecto.

Por más fuerte que sonriera,
nada.
Aquel maldito crío miraba más allá
de mi expresión facial
y no sin razón,
al verlo,
lloraba.

Creo que existe un vertedero
con los trozos que perdemos
cada vez que nos encontramos
y tomamos caminos de vuelta
separados.


Llegué a doblarme tanto
para sostener lo nuestro
que acabé por romperme
antes de dejarlo caer
y tú,
ya habías abandonado el barco.

Nunca dejó de sentirse
un intruso al abrazarla
como si en cualquier momento
ella fuera a detectar
que solo usaba los brazos.

Encontró sus ojos,
mirando en los de ella,
que reflejaban, a su vez, los suyos propios.
Y en consecuencia,
se hizo el infinito.

La tristeza
como cualquier otro elemento
es temido por muchos
respetado por varios
y algunos nos sumergimos buscando tesoros.

El problema principal surge cuando
la distancia no se reduce
y el olvido no deja de crecer.

Porque el nudo que un día te ahorcaba,
puede ser el mismo que corte la herida por la que te desangras.

En su maleta de viaje
ya no caben más recuerdos
y ya hace tiempo que corre contra el tiempo
incapaz de hacer hueco a los nuevos.