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domingo, 17 de marzo de 2013
Recuerdos en el desván...
Cuando conoció a su primer amor, supo que la amaría siempre.
Era un niño cegado por la primera vez que aquel sentimiento le envolvía el cuerpo. Pero nada importaba entonces más que ella. La pensaba a todas horas, escribía cartas que nunca enviaría e imaginó futuros que nunca llegarían. Cuando ya no pudo más, empezó a guardar las palabras en una caja que escondía en el desván.
Entonces la vida, con una gigantesca cuerda, empezó a girar la peonza del tiempo a un ritmo descontrolado.
El niño se hizo mayor.
No fueron pocas las historias que vivió, las mujeres que amó y las que le rechazaron.
Aquella tarde de otoño que regresó a la casa de sus padres, era como cualquier otra tarde de mediados de noviembre, cuando los días mueren antes. Nostálgico como era, rebuscó en el desván los recuerdos de la que fue su feliz infancia. Pero por azar o por destino, esta vez encontró la caja.
Miedo.
Aquella era la expresión que se plasmó en su cara cuando las palabras salieron en tropel por la habitación. No sabía en que momento de su vida había dejado de creer.
Pero se había vuelto un cínico.
sábado, 16 de marzo de 2013
#Microcuentos 1 al 15 de marzo 2013
Nunca llegó a comprender, que aquella mala decisión le marcó más, que todas las que, creyendo hacerlo bien, acababan mal #microcuento
— fran_mf (@Franicie) 1 de marzo de 2013
La pereza venció a la ira, la gula a la lujuria y la envidia a la avaricia. Se quedó en el sofá de casa comiéndose su soberbia #microcuento
— fran_mf (@Franicie) 2 de marzo de 2013
Pasó la fase de enamoramiento. Él abrió los ojos, descubrió que ella no era lo que quería. Estaba totalmente atrapado #microcuento
— fran_mf (@Franicie) 3 de marzo de 2013
El famoso escritor había fallecido.En sus memorias,solo encontraron una frase: "Las mejores historias no se escriben, se viven" #microcuento
— fran_mf (@Franicie) 4 de marzo de 2013
Aunque llevaba paraguas,no quiso abrirlo. Quería q cada gota de lluvia le golpeara como castigo por sus errores.No se perdonaba #microcuento
— fran_mf (@Franicie) 5 de marzo de 2013
Buscaba la ilusión en unos ojos.Pasaron los días y las noches. Al final encontró unos tristes y carentes de emoción. Los suyos #microcuento
— fran_mf (@Franicie) 6 de marzo de 2013
Necesitaba seguir creyendo. Temía que si dejaba de hacerlo aparecería perdido en mitad de una laguna negra repleta de oscuridad #microcuento
— fran_mf (@Franicie) 7 de marzo de 2013
Se sentó a esperar, con la esperanza de que el destino pasaría a recogerle. Volaron los años y el barco zarpó sin capitán #microcuento
— fran_mf (@Franicie) 8 de marzo de 2013
París. Ella caminaba con su café ajena al tiempo, mientras a su alrededor todo avanzaba vertiginosamente #microcuento
— fran_mf (@Franicie) 9 de marzo de 2013
Juró que la protegería de todos los peligros posibles. La muerte tuvo que acabar primero con él, para poder llevarsela a ella #microcuento
— fran_mf (@Franicie) 10 de marzo de 2013
Cambió su alma por papel, para que al morir, el viento caprichoso se llevase las hojas y las historias pudieran volver a nacer #microcuento
— fran_mf (@Franicie) 11 de marzo de 2013
Aquella escalera de caracol llevaba al punto de partida.Nada q hiciese serviría. Pero él estaba dispuesto a disfrutar del viaje #microcuento
— fran_mf (@Franicie) 12 de marzo de 2013
Aunq pasaron otras personas x su vida,ninguna supo quitar la tristeza d sus ojos,los recuerdos se clavaban como flechas heladas #microcuento
— fran_mf (@Franicie) 13 de marzo de 2013
Le habían echado una maldición: Cada vez que rebanase una vida,cargaría con las penas de su victima.Era un soldado atormentado #microcuento
— fran_mf (@Franicie) 14 de marzo de 2013
Surgió del castillo de arena un dragón atacando al abusón q trataba d destruirlo,volvió a creer en la magia insondable de Aslan #microcuento
— fran_mf (@Franicie) 15 de marzo de 2013
domingo, 3 de marzo de 2013
La calma que precede....
Miró confundido por la ventana. El sonido de los truenos retumbaba en su cabeza, pero fuera, el sol se expandía a lo largo de un limpio cielo azul.
Pudiera ser, que sus conflictos internos, hartos de dar vueltas en un espacio tan reducido, hubieran volado por la habitación en forma de ondas sonoras. Su mente artística las moldeaba y la imaginación las transformaba en una tormenta enfurecida que le enloquecía...
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