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martes, 31 de mayo de 2016

#Microcuentos del 16 al 31 de mayo de 2016

Alargar los finales,

solo atrasa los principios.
Hay que estar seguro de que lo valen.

No quería ser reina
que sale vencedora en soledad
prefería ser la dama que,
rodeada de iguales,
se arriesga a perder la partida.

Y una noche más, fingiremos ser inmunes al daño que nos hacemos.
Al despertar, cada uno se irá a casa con su arrepentimiento.

Cada mañana la bella durmiente fingía seguir maldita, para que el príncipe la despertara con un beso.

Al no llegar voces del futuro,
hicimos de los recuerdos un pasado incierto.
Inventando un destino que no hiciera promesas en vano.

No hay mayor inundación
que la que sufre una persona
que vive bajo la incesante tormenta
que nunca llega a descargar.
Y envejecía
cada vez que un recuerdo feliz
cruzaba su melancolía
como una estrella fugaz.

Y de tanto arriesgar para sobrevivir
llegamos a un punto más allá del precipicio
donde las despedidas pierden el sentido.

El subconsciente es el purgatorio más terrenal que encontraréis:
Hace soñar con las causas pendientes del pasado una y otra vez.

Sigo anclado al precipicio
donde nos asomamos cogidos de la mano.
Has huido.
Yo sigo volando.

Es imposible pasar página
cuando la historia forma parte de tus dedos.

Tras la duda producida
por la igualdad en la balanza
a daños equitativos,
se obligaba a elegir el mal menor.
Se desequilibraba.

Más que el sueño en sí mismo, lo que importa es la intensidad con la que palpita el deseo de lograrlo en el alma del soñador.

Y cómo no iba a haber cierta peligrosidad en su mirada,
si los pilares de su vida,
eran tornados que destruían todo a su paso.

El último esfuerzo es la forma de demostrar que puedes dar más,
antes de rendirte,
aunque no te lleve a un objetivo inmediato.

Cuando estamos listos
No podemos elegirlo
Ni forzarlo
No entiende de relojes
Llega cuando debe,
nunca antes.
Así es el olvido.
 

domingo, 15 de mayo de 2016

#Microcuentos del 1 al 15 de mayo de 2016


Quien nada busca
deja:
al azar decidir lo que encuentra
al destino llevarle por donde quiera
y a la suerte dispararle a ciegas.

Si el tiempo que necesitaras para conseguir algo fuese el mismo que luego lo tendrías.
¿Por qué te sacrificarías realmente?

Fuimos
Las puntas de una herradura curvada
siempre al borde de unirnos
pero separados por un vacío
que ninguno de los dos llenaba.

Intentabas sobrevivir
en ese mar de lágrimas
luchando a contracorriente
con cada brazada fuerte
te des-ahogabas.

El robot intentaba repararse a sí mismo pese a no tener las piezas necesarias.
Como un ser humano con el corazón fragmentado.

Tu maquillaje brilla
pero no se proyecta con el sol
y yo hace tiempo que
solo me fijo en las sombras
de tu sonrisa al despertar.

Hasta la máscara mejor disimulada,
teme que la persona atrapada debajo
se acabe rebelando contra el carnaval que ha creado.

Dimos tantas vueltas sobre la línea
que acabamos por borrar la raya
que separaba el presente del pasado,
la realidad de la nostalgia.

Todo recuerdo compartido
pierde la mayor parte de su esencia
cuando la persona para rememorarlo
hace tiempo se fue de tu vida.

La importancia del equilibrio
para aquel que nunca cae de pie.

Toda espera tiene:
paradas para abandonar
rutas alternativas hacia ningún sitio
y zonas donde parece que el tiempo no avanza.

Algo habremos hecho
para que sea merecido
el habernos encontrado
en un punto tan concreto
después de habernos perdido.
Tanto.

Te espero
donde no llega la nostalgia
para que los recuerdos no me cieguen
y solo haya un futuro
que hable de nosotros,
de lo que viene. 

La única forma de cruzar el laberinto racional,
que hacía las veces de muralla defensiva,
era recorrerlo en una espiral de locura.

Recuerda que apostamos nuestras emociones a una mano.
Que cuando todo acabe, no habrá vencedores;

solo supervivientes o vencidos.